sábado, 9 de mayo de 2009

Un padre llevó a su hijito a un largo paseo por el bosque. Como era pequeño, le llevó sobre sus hombros por mucho rato. Luego le puso de pie y le dijo que tendría que caminar hasta la casa.
Al rato el pequeño lloraba porque estaba muy cansado, demasiado cansado para dar un paso más. El padre cortó un palito y lo limpió muy bien de toda astilla mientras el niño observaba. Al terminar, dijo:

«Mira, hijo, aquí tienes tu propio caballito para que te lleve a casa».

Encantado, el niño se montó sobre su caballito y felizmente llegó a casa. Y en casa dio vueltas por todo el jardín hasta que tuvo que ir a bañarse y acostarse, ya rendido.

A veces la vida nos lleva y a veces nos deja caminar, y muchas veces creemos que ya no podemos más cuando alguien, nos ofrece un caballito – una idea, una promesa, una canción nueva, un cariño, una oración intercesora, lo que sea, y sobre ese corcel llegamos a la meta.

¿Necesitan un caballito? ¿Un amigo tuyo está necesitando un caballito? Ofrezcámoselo con ternura, recordando nuestro propio cansancio a veces. Eso hace toda la diferencia para un pequeño amigo.

Tomado: de renuevo de plenitud.com

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es verdad ....todos en algún momento necesitamos de incentivos para continuar la lucha, en el orden personal, en la familia y en el trabajo cotidiano, cuando faltan esos incentivos todo se hace muy tedioso y abrumador, a veces un beso, una caricia o una palabra de aliento en el momento adecuado nos hace poner las pilas, pero como vivimos en un mundo materialista el unico incentivo válido es el dinero, y eso en este
país hace décadas que es patrimonio de unos pocos, de ahí el malhumor reinante en la calle.
Así están las cosas lamentablemente.

Un abrazote

Norberto

M@bel_es_azul dijo...

Verdad, en la calle, ahí nomás cuando salis a la vereda, la egnte está muy desilucionada de todo. Una pena.

sábado, 9 de mayo de 2009

Un padre llevó a su hijito a un largo paseo por el bosque. Como era pequeño, le llevó sobre sus hombros por mucho rato. Luego le puso de pie y le dijo que tendría que caminar hasta la casa.
Al rato el pequeño lloraba porque estaba muy cansado, demasiado cansado para dar un paso más. El padre cortó un palito y lo limpió muy bien de toda astilla mientras el niño observaba. Al terminar, dijo:

«Mira, hijo, aquí tienes tu propio caballito para que te lleve a casa».

Encantado, el niño se montó sobre su caballito y felizmente llegó a casa. Y en casa dio vueltas por todo el jardín hasta que tuvo que ir a bañarse y acostarse, ya rendido.

A veces la vida nos lleva y a veces nos deja caminar, y muchas veces creemos que ya no podemos más cuando alguien, nos ofrece un caballito – una idea, una promesa, una canción nueva, un cariño, una oración intercesora, lo que sea, y sobre ese corcel llegamos a la meta.

¿Necesitan un caballito? ¿Un amigo tuyo está necesitando un caballito? Ofrezcámoselo con ternura, recordando nuestro propio cansancio a veces. Eso hace toda la diferencia para un pequeño amigo.

Tomado: de renuevo de plenitud.com

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es verdad ....todos en algún momento necesitamos de incentivos para continuar la lucha, en el orden personal, en la familia y en el trabajo cotidiano, cuando faltan esos incentivos todo se hace muy tedioso y abrumador, a veces un beso, una caricia o una palabra de aliento en el momento adecuado nos hace poner las pilas, pero como vivimos en un mundo materialista el unico incentivo válido es el dinero, y eso en este
país hace décadas que es patrimonio de unos pocos, de ahí el malhumor reinante en la calle.
Así están las cosas lamentablemente.

Un abrazote

Norberto

M@bel_es_azul dijo...

Verdad, en la calle, ahí nomás cuando salis a la vereda, la egnte está muy desilucionada de todo. Una pena.