
Para restaurar una oveja derribada se necesita tiempo. Lo primero que hace el pastor es darle masaje a las cuatro patas para restaurar la circulación.
Luego, mientras tranquiliza con calma a la oveja con su voz, la voltea suavemente, le coloca la mano debajo de la barriga, la levanta, y la sostiene hasta que la oveja recobra el equilibrio.
Cuando el pastor cree que la oveja puede pararse sola, la deja ir y la observa dar unos cuantos pasos vacilantes.
El pastor ha restaurado a una oveja derribada.
Esta historia me conmueve y debería sin dudas trasladarla a las vidas que me rodean, a las cuales muchas veces ignoro que están derribadas, heridas, tristes, sin nadie que las reconforte. Creo que es nuestra tarea sostenernos los unos a los otros ¿no les parece?