miércoles, 13 de mayo de 2009

Una solución sencilla.

Cuenta una anécdota:

Una vez, cuando tenía cinco años, fui a un parque local con mi mamá.
Mientras jugaba en el arenero, vi a un niño de mi edad en silla de ruedas.
Me acerqué a él y le pregunté si podía jugar. Ya que tenía sólo cinco años, no entendía por qué el niño no entraba en el arenero y jugaba conmigo.

Me tomé mi baldecito, recogí toda la arena que pude y la puse en sus piernas. Después agarré unos juguetes y también los puse en sus piernas.
Mi mamá corrió hacia mí y dijo: ¿Lucas, por qué hiciste eso?
La miré y le dije: " Él no podía jugar en el arenero conmigo, así que le traje arena. Ahora podemos jugar juntos en la arena".


Lucas Parker

miércoles, 13 de mayo de 2009

Una solución sencilla.

Cuenta una anécdota:

Una vez, cuando tenía cinco años, fui a un parque local con mi mamá.
Mientras jugaba en el arenero, vi a un niño de mi edad en silla de ruedas.
Me acerqué a él y le pregunté si podía jugar. Ya que tenía sólo cinco años, no entendía por qué el niño no entraba en el arenero y jugaba conmigo.

Me tomé mi baldecito, recogí toda la arena que pude y la puse en sus piernas. Después agarré unos juguetes y también los puse en sus piernas.
Mi mamá corrió hacia mí y dijo: ¿Lucas, por qué hiciste eso?
La miré y le dije: " Él no podía jugar en el arenero conmigo, así que le traje arena. Ahora podemos jugar juntos en la arena".


Lucas Parker