jueves, 24 de junio de 2010

Me gusta este tema



Cómo me gustan estos temas, me recuerdan a mi preadolescencia, maravillosas voces.

¿Tenés miedo? (2)

(Viene de ACA)

Las decisiones tomadas a partir del miedo son malas decisiones por otra importante razón:
ellas se construyen en base a la falacia de creer que puedo eliminar la contingencia y el riesgo en mi vida. Volviendo a la persona que trata de protegerse totalmente de ser engañado.

Esa persona puede emplear muchas energías en ello y perderse muy buenas oportunidades en la vida sin que esa actitud le asegure que finalmente no será engañado o defraudado.

Si partimos de la base que el riesgo y la contingencia de la vida no puede ser del todo eliminados, emplearemos una cuota razonable de energía en protegernos del riesgo, pero notodas nuestras energías, pues tal inversión es inútil, pues no consigue su objetivo final: evitar todo riesgo.

El problema es que es riesgoso evitar riesgos. El ejemplo de los seguros es muy bueno. Si tengo un negocio y quiero protegerlo de todo riesgo y tomartodos los seguros posibles, puede suceder que suba los costos de tal forma, que haga el negocio imposible y finalmente se cumpla el peor de los temores, aquél que justificó todos los riesgos, el que el negocio quiebre.

Cualquier seguro es riesgoso, pues siempre está el riesgo que termine pagando más dinero por el seguro que lo que el seguro me reembolse.
Entonces, cuando trato de manejar riesgos, lo que en verdad hago es un cálculo de riesgos y tratar de tomar los riesgos razonables tomando en cuenta la totalidad de los elementos.

Cuando actúo así le asigno a los riesgos su justa estimación, no me estoy guiando por el miedo, sino estoy siendopre cavido.
Es muy diferente ser precavido a actuar guiado por el miedo. La persona precavida le asigna a las contingencias la valoración que les corresponde en cuanto posibilidad.
La persona que actúa guiada por el miedo vuelve la contingencia en realidad.

**El miedo nos hace sufrir:
El miedo tiene su raíz, como dijimos, en la posibilidad de experimentar algo que juzgamos que nos será perjudicial.

Nadie quiere sufrir, y la mera posibilidad de sufrir nos asusta y ¡nos hace sufrir!
Ahí esta la paradoja del miedo. Sentimos miedo porque no queremos sufrir, pero el mismo miedo nos hace sufrir.

El miedo se nos presenta como una posible defensa frente al sufrimiento, de modo de estar alertas, pero esa misma defensa ante el sufrimiento muchas veces nos hace sufrir más que los males que tememos.
De esa manera, tenemos que decir que el miedo es una emoción humana, entendible y común, pero irracional, inútil y profundamente nociva para la vida espiritual.
El miedo, como remedio, muchas veces es peor que la enfermedad.

En su origen, se despliega como un mecanismo para defendernos de los futuros males que amenazan, pero por el carácter distorsionador que tiene de la realidad, tal anticipación de los males, se transforma muchas veces en nuestros peores males.


De esa forma, convierte las posibilidades del futuro en las pesadillas del presente, haciéndonos gastar una cantidad considerable de energías de manera inútil.

Estar atento, prestar atención.


Una banda de delincuentes juveniles tenía un método refinado para actuar. Ingresaban a un negocio en grupo y dos o tres se separaban de los más.

El grupo se alejaba y comenzaba una pelea de gritos, lo que concentraba la atención de los empleados y clientes. Todos los ojos se fijaban en los alborotadores, lo que permitía que los ladrones errantes se llenaron los bolsillos con mercadería o dinero en efectivo y abandonaban el negocio antes de que alguien siquiera sospechara lo que sucedía.

Podían llegar a pasar horas e incluso días antes de que el comerciante víctima del hurto se diese cuenta de que le faltaba algo e hiciese la denuncia a la Policía.

Para entonces, los ladrones estaban bien lejos y no existía posibilidad alguna de recuperar lo robado.

La tentación opera de la misma manera.

Nos distrae por medio del encanto de la fama, la fortuna, el poder o la satisfacción de los deseos de la carne.

Mientras tanto, nos apartamos de los pasos certeros que debemos dar hacia el cumplimiento de nuestros objetivos.

Cuando apartamos los ojos de lo que es verdaderamente importante en nuestra vida, corremos el riesgo de perderlo.

Creo que la lección que he aprendido es que no hay nada que reemplace el prestar atención.


El sabio oirá y crecerá en conocimiento

y el inteligente adquirirá habilidad.

(Proverbios 1:5)



Leído en renuevo de Plenitud.

La frase para meditar del día


jueves, 24 de junio de 2010

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Cómo me gustan estos temas, me recuerdan a mi preadolescencia, maravillosas voces.

¿Tenés miedo? (2)

(Viene de ACA)

Las decisiones tomadas a partir del miedo son malas decisiones por otra importante razón:
ellas se construyen en base a la falacia de creer que puedo eliminar la contingencia y el riesgo en mi vida. Volviendo a la persona que trata de protegerse totalmente de ser engañado.

Esa persona puede emplear muchas energías en ello y perderse muy buenas oportunidades en la vida sin que esa actitud le asegure que finalmente no será engañado o defraudado.

Si partimos de la base que el riesgo y la contingencia de la vida no puede ser del todo eliminados, emplearemos una cuota razonable de energía en protegernos del riesgo, pero notodas nuestras energías, pues tal inversión es inútil, pues no consigue su objetivo final: evitar todo riesgo.

El problema es que es riesgoso evitar riesgos. El ejemplo de los seguros es muy bueno. Si tengo un negocio y quiero protegerlo de todo riesgo y tomartodos los seguros posibles, puede suceder que suba los costos de tal forma, que haga el negocio imposible y finalmente se cumpla el peor de los temores, aquél que justificó todos los riesgos, el que el negocio quiebre.

Cualquier seguro es riesgoso, pues siempre está el riesgo que termine pagando más dinero por el seguro que lo que el seguro me reembolse.
Entonces, cuando trato de manejar riesgos, lo que en verdad hago es un cálculo de riesgos y tratar de tomar los riesgos razonables tomando en cuenta la totalidad de los elementos.

Cuando actúo así le asigno a los riesgos su justa estimación, no me estoy guiando por el miedo, sino estoy siendopre cavido.
Es muy diferente ser precavido a actuar guiado por el miedo. La persona precavida le asigna a las contingencias la valoración que les corresponde en cuanto posibilidad.
La persona que actúa guiada por el miedo vuelve la contingencia en realidad.

**El miedo nos hace sufrir:
El miedo tiene su raíz, como dijimos, en la posibilidad de experimentar algo que juzgamos que nos será perjudicial.

Nadie quiere sufrir, y la mera posibilidad de sufrir nos asusta y ¡nos hace sufrir!
Ahí esta la paradoja del miedo. Sentimos miedo porque no queremos sufrir, pero el mismo miedo nos hace sufrir.

El miedo se nos presenta como una posible defensa frente al sufrimiento, de modo de estar alertas, pero esa misma defensa ante el sufrimiento muchas veces nos hace sufrir más que los males que tememos.
De esa manera, tenemos que decir que el miedo es una emoción humana, entendible y común, pero irracional, inútil y profundamente nociva para la vida espiritual.
El miedo, como remedio, muchas veces es peor que la enfermedad.

En su origen, se despliega como un mecanismo para defendernos de los futuros males que amenazan, pero por el carácter distorsionador que tiene de la realidad, tal anticipación de los males, se transforma muchas veces en nuestros peores males.


De esa forma, convierte las posibilidades del futuro en las pesadillas del presente, haciéndonos gastar una cantidad considerable de energías de manera inútil.

Estar atento, prestar atención.


Una banda de delincuentes juveniles tenía un método refinado para actuar. Ingresaban a un negocio en grupo y dos o tres se separaban de los más.

El grupo se alejaba y comenzaba una pelea de gritos, lo que concentraba la atención de los empleados y clientes. Todos los ojos se fijaban en los alborotadores, lo que permitía que los ladrones errantes se llenaron los bolsillos con mercadería o dinero en efectivo y abandonaban el negocio antes de que alguien siquiera sospechara lo que sucedía.

Podían llegar a pasar horas e incluso días antes de que el comerciante víctima del hurto se diese cuenta de que le faltaba algo e hiciese la denuncia a la Policía.

Para entonces, los ladrones estaban bien lejos y no existía posibilidad alguna de recuperar lo robado.

La tentación opera de la misma manera.

Nos distrae por medio del encanto de la fama, la fortuna, el poder o la satisfacción de los deseos de la carne.

Mientras tanto, nos apartamos de los pasos certeros que debemos dar hacia el cumplimiento de nuestros objetivos.

Cuando apartamos los ojos de lo que es verdaderamente importante en nuestra vida, corremos el riesgo de perderlo.

Creo que la lección que he aprendido es que no hay nada que reemplace el prestar atención.


El sabio oirá y crecerá en conocimiento

y el inteligente adquirirá habilidad.

(Proverbios 1:5)



Leído en renuevo de Plenitud.

La frase para meditar del día