martes, 13 de octubre de 2009

Seguimos con los juegos...

Te propongo que me cuentes a qué juego te gustaría jugar, si no está en esta lista que pensé, espero tu colaboración.
Lo único a cosiderar en el listado es la competencia sin premio o al menos jugar por el solo placer de jugar.


TA -TE - TI

Ludo Matic.

Tuti fruti.

Gallito ciego.

La Mancha.

Escondidas
Remontar barriletes
Futbol
Al Chancho.
Poli -Ladron

Rayuelas

Las estatuas
(el famoso cigarrillo 43)



¿Me olvidé de alguno?


¿Jugamos? (2)

(continuación)
Por medio del juego el niño expresa sus necesidades y deseos; revela quejas, temores y estados de ánimo que no puede comunicar a los demás directamente; descarga ansiedades y tensiones que no le resultan posibles de exteriorizar de otro modo; maneja y controla situaciones negativas y dolorosas que ha sufrido en silencio y sin poder defenderse, transformándose en sujeto activo de hechos que ha vivido pasivamente; metaboliza acontecimientos cotidianos difíciles de aceptar y asimilar; y elabora situaciones y experiencias traumáticas.

El niño necesita jugar para aprender. Pero así como aprende jugando, también tiene que aprender a jugar... Y es el adulto quien debe hacérselo posible.


El niño (sobre todo el pequeño) necesita tocar y manipular los objetos para descubrir por sí mismo cómo son, qué puede hacer con ellos y para qué pueden servirle.

Si el adulto que está con él, por ejemplo, le muestra y mueve graciosamente algo ante sus ojos, lo primero que el niño va a hacer es estirar su mano y pretender tomarlo. Suele suceder que ese objeto mostrado era sólo "para ser mirado" y el adulto se lo niega con un "no" rotundo pero, al mismo tiempo, sonríe ampliamente y le dice -"mirá...mirá"- , "enseñándole" de este modo un comportamiento contradictorio mientras le impide su propia experiencia de aprendizaje.

Entregar el juguete adecuado para que el niño lo utilice de acuerdo a sus necesidades y sin exigirle limitaciones erróneas es responsabilidad exclusiva del adulto



Imprescindible resulta también el hecho de que el niño, desde muy pequeño, aprenda tanto a ganar como a perder en el juego, preparándose para trasladar y aplicar este aprendizaje a la vida cotidiana.

Es muy común que el adulto, amparado en expresiones tales como -"pobrecito, es tan chiquito...¿cómo lo voy a hacer perder?..."- engañe al niño haciéndole creer que es capaz y puede ganar siempre, alimentándole de ese modo una falsa omnipotencia que finalmente le traerá incalculables trastornos en su vida individual y social cada vez que le toque perder, realmente.

Ma. Alejandra Canavesio.
Psicopedagoga

La frase para meditar del dia.

Los sueños son sumamente importantes.
Nada se hace sin que antes se imagine

martes, 13 de octubre de 2009

Seguimos con los juegos...

Te propongo que me cuentes a qué juego te gustaría jugar, si no está en esta lista que pensé, espero tu colaboración.
Lo único a cosiderar en el listado es la competencia sin premio o al menos jugar por el solo placer de jugar.


TA -TE - TI

Ludo Matic.

Tuti fruti.

Gallito ciego.

La Mancha.

Escondidas
Remontar barriletes
Futbol
Al Chancho.
Poli -Ladron

Rayuelas

Las estatuas
(el famoso cigarrillo 43)



¿Me olvidé de alguno?


¿Jugamos? (2)

(continuación)
Por medio del juego el niño expresa sus necesidades y deseos; revela quejas, temores y estados de ánimo que no puede comunicar a los demás directamente; descarga ansiedades y tensiones que no le resultan posibles de exteriorizar de otro modo; maneja y controla situaciones negativas y dolorosas que ha sufrido en silencio y sin poder defenderse, transformándose en sujeto activo de hechos que ha vivido pasivamente; metaboliza acontecimientos cotidianos difíciles de aceptar y asimilar; y elabora situaciones y experiencias traumáticas.

El niño necesita jugar para aprender. Pero así como aprende jugando, también tiene que aprender a jugar... Y es el adulto quien debe hacérselo posible.


El niño (sobre todo el pequeño) necesita tocar y manipular los objetos para descubrir por sí mismo cómo son, qué puede hacer con ellos y para qué pueden servirle.

Si el adulto que está con él, por ejemplo, le muestra y mueve graciosamente algo ante sus ojos, lo primero que el niño va a hacer es estirar su mano y pretender tomarlo. Suele suceder que ese objeto mostrado era sólo "para ser mirado" y el adulto se lo niega con un "no" rotundo pero, al mismo tiempo, sonríe ampliamente y le dice -"mirá...mirá"- , "enseñándole" de este modo un comportamiento contradictorio mientras le impide su propia experiencia de aprendizaje.

Entregar el juguete adecuado para que el niño lo utilice de acuerdo a sus necesidades y sin exigirle limitaciones erróneas es responsabilidad exclusiva del adulto



Imprescindible resulta también el hecho de que el niño, desde muy pequeño, aprenda tanto a ganar como a perder en el juego, preparándose para trasladar y aplicar este aprendizaje a la vida cotidiana.

Es muy común que el adulto, amparado en expresiones tales como -"pobrecito, es tan chiquito...¿cómo lo voy a hacer perder?..."- engañe al niño haciéndole creer que es capaz y puede ganar siempre, alimentándole de ese modo una falsa omnipotencia que finalmente le traerá incalculables trastornos en su vida individual y social cada vez que le toque perder, realmente.

Ma. Alejandra Canavesio.
Psicopedagoga

La frase para meditar del dia.

Los sueños son sumamente importantes.
Nada se hace sin que antes se imagine