jueves, 22 de octubre de 2009

Un vistazo de la realidad

Cada viernes regresando del centro de la Ciudad de Bs. As. a mi casa, tomo un colectivo en la Calle Cerrito, su recorrido es en línea recta hasta Constitución.


Desde que subo y logro sentarme me distraigo mirando las plazoletas que pertenecen a la Av. 9 de Julio. Tendría muchas cosas que comentarles sobre esos viajes, pero esta vez me detengo en unas muy simples, que tan a la vista están, que ya pasan desapercibidas.
En una de las paradas, cerca de donde subí, observo una de esas plazoletas, en un banco un mendigo tapado con harapos calentándose con los rayos del sol.

Por otro lado unas palomas atrevidas picoteaban las migajas que caían de un sandwich que un joven almorzaba también sentado en uno de los bancos.

En uno de los canteros que tienen rociadores enterrados y que por lo visto liberan el agua por reloj, un "hornero" amasaba barro y pajitas, seguramente tendría muy cerca en algún Jacarandá del cantero su futuro hogar. Lo busqué con mis ojos entre las ramas, pero no lo encontré.
Sí pude ver otra pareja de palomas que simplemente observaban desde las alturas a estos locos humanos que apurados subimos, bajamos o viajamos en el colectivo.

Todo eso... y más también, observé en el tiempo que duró la parada y subida de la gente al micro.
Mucho para ver, mucho para pensar, paisaje cotidiano de una ciudad que no duerme, que no descansa... hasta que cae la noche y otros actores aparecen.

La frase para meditar del día


jueves, 22 de octubre de 2009

Un vistazo de la realidad

Cada viernes regresando del centro de la Ciudad de Bs. As. a mi casa, tomo un colectivo en la Calle Cerrito, su recorrido es en línea recta hasta Constitución.


Desde que subo y logro sentarme me distraigo mirando las plazoletas que pertenecen a la Av. 9 de Julio. Tendría muchas cosas que comentarles sobre esos viajes, pero esta vez me detengo en unas muy simples, que tan a la vista están, que ya pasan desapercibidas.
En una de las paradas, cerca de donde subí, observo una de esas plazoletas, en un banco un mendigo tapado con harapos calentándose con los rayos del sol.

Por otro lado unas palomas atrevidas picoteaban las migajas que caían de un sandwich que un joven almorzaba también sentado en uno de los bancos.

En uno de los canteros que tienen rociadores enterrados y que por lo visto liberan el agua por reloj, un "hornero" amasaba barro y pajitas, seguramente tendría muy cerca en algún Jacarandá del cantero su futuro hogar. Lo busqué con mis ojos entre las ramas, pero no lo encontré.
Sí pude ver otra pareja de palomas que simplemente observaban desde las alturas a estos locos humanos que apurados subimos, bajamos o viajamos en el colectivo.

Todo eso... y más también, observé en el tiempo que duró la parada y subida de la gente al micro.
Mucho para ver, mucho para pensar, paisaje cotidiano de una ciudad que no duerme, que no descansa... hasta que cae la noche y otros actores aparecen.

La frase para meditar del día