lunes, 12 de octubre de 2009

¿Jugamos?

¿PARA QUÉ JUGAR?
El juego es una necesidad. Jugar es necesario, tanto para el niño como para el adulto, aunque para cada uno tiene un significado diferente.


En el adulto el juego implica distracción, entretenimiento, descanso, alivio y distensión; un tomar distancia de sus preocupaciones y ocupaciones; un "perder el tiempo" de sus obligaciones de adulto para "ganarlo" en placer en tanto que es persona.


Para el niño, en cambio, el juego es una función básica, un comportamiento totalizador que compromete sus percepciones, su sensitividad, su motricidad, su inteligencia, su afectividad y su comunicación; no es un simple pasatiempo ni una distracción pasajera; mucho menos aún, una "pérdida de tiempo porque sí"...como muchas veces creen y manifiestan los padres.

Al niño le hace falta jugar, solo o con otros, con o sin juguetes... pero JUGAR.

Para él, el juego tiene una doble función: por un lado de aprendizaje y, por otro, terapéutica. Mediante el juego el niño aprende a conocer el mundo de los objetos, a sí mismo y a los demás.

Al principio es individualista y, más tarde, se transforma en aprendizaje de la convivencia y la sociabilidad, preparándolo para la vida en comunidad.

A través del juego el niño se pone a prueba a sí mismo, a sus facultades y capacidades en desarrollo, ejercitándose permanentemente en el riesgo implícito de nuevas experiencias.

Es en el juego donde el niño se siente omnipotente, ya que por medio de él puede conquistar su autonomía, construyendo un mundo del que es el soberano.


Continúa...

La frase para meditar del día.

Si es bueno vivir,
todavía es mejor soñar
y lo mejor de todo, despertar .



A. Machado

lunes, 12 de octubre de 2009

¿Jugamos?

¿PARA QUÉ JUGAR?
El juego es una necesidad. Jugar es necesario, tanto para el niño como para el adulto, aunque para cada uno tiene un significado diferente.


En el adulto el juego implica distracción, entretenimiento, descanso, alivio y distensión; un tomar distancia de sus preocupaciones y ocupaciones; un "perder el tiempo" de sus obligaciones de adulto para "ganarlo" en placer en tanto que es persona.


Para el niño, en cambio, el juego es una función básica, un comportamiento totalizador que compromete sus percepciones, su sensitividad, su motricidad, su inteligencia, su afectividad y su comunicación; no es un simple pasatiempo ni una distracción pasajera; mucho menos aún, una "pérdida de tiempo porque sí"...como muchas veces creen y manifiestan los padres.

Al niño le hace falta jugar, solo o con otros, con o sin juguetes... pero JUGAR.

Para él, el juego tiene una doble función: por un lado de aprendizaje y, por otro, terapéutica. Mediante el juego el niño aprende a conocer el mundo de los objetos, a sí mismo y a los demás.

Al principio es individualista y, más tarde, se transforma en aprendizaje de la convivencia y la sociabilidad, preparándolo para la vida en comunidad.

A través del juego el niño se pone a prueba a sí mismo, a sus facultades y capacidades en desarrollo, ejercitándose permanentemente en el riesgo implícito de nuevas experiencias.

Es en el juego donde el niño se siente omnipotente, ya que por medio de él puede conquistar su autonomía, construyendo un mundo del que es el soberano.


Continúa...

La frase para meditar del día.

Si es bueno vivir,
todavía es mejor soñar
y lo mejor de todo, despertar .



A. Machado