viernes, 31 de julio de 2009


Espero que pasen un lindo fin de semana.
Como siempre, cuídense y disfruten
de la familia y de buena compañia.

El deporte y la salud mental.



La práctica de deportes sin fines competitivos ni en búsqueda de fama y dinero, debe ser estimulada y facilitada en los niños a partir de los 5 o 6 años de edad, coinciden pediatras argentinos.
Cualquier actividad física, especialmente regulada y que tenga las características de juego es beneficiosa desde varios puntos de vista (siempre que esté dirigida por gente idónea) para el desarrollo corporal y psicológico del chico. La práctica de deportes como el vóley, el fútbol, el básquet, y los juegos de grupo que incluyen la necesidad de compartir con otros las habilidades, incentivan el desarrollo de los lazos solidarios, muchas veces relegados en la sociedad actual.
En niños y adolescentes, sanos o con alguna patología, este tipo de actividades promueve la capacidad de valorarse como persona, elevar la autoestima, ser más independiente, como así también prepara para afrontar fracasos, tolerar la frustración, la crítica, y ayuda a la reflexión sobre estos aspectos.
En el caso de pacientes niños con patologías psicológicas o psiquiátricas severas, lo importante es tal vez no tanto la actividad deportiva per se, sino su aspecto social, la posibilidad que otorga de divertirse con otros a pesar de la discapacidad. Todo lo que tenga que ver con la integración y el compartir es sumamente beneficioso para la rehabilitación.
Si las personas que coordinan estas actividades son idóneas y no excluyen a los que tienen menos habilidades, los niños logran vencer obstáculos. Por ejemplo, chicos con dificultades de integración social, muchas veces a través del deporte superan la timidez y el déficit de autoestima.
Además, la secreción de una serie de sustancias que desencadena la actividad física, da sensación de bienestar, de euforia y placer. Esto puede ser una ayuda terapéutica utilizada para levantar el humor en pacientes con depresión.
Muchos juegos sencillos, como el saltar a la cuerda, jugar al elástico, se han perdido, en una sociedad en la que los chicos reemplazan el movimiento para sentarse a ver la televisión. Un niño pasivo, sedentario, puede tener dificultades en el manejo de su esquema corporal, de la agresión y del contacto. Lo pasivo que remite a lo individual, impide el vínculo con los otros. El movimiento es una necesidad psicológica, que requiere actividad. Los chicos que tienen como proyecto me voy a encontrar con mis amigos para jugar, ven hacia adelante, el futuro. La salud es movimiento.

La frase para meditar del dia.

*
El peor castigo de un mentiroso
no es que no se le crean los demás,
sino que él mismo será incapaz
de creer o confiar en otros.
*

viernes, 31 de julio de 2009


Espero que pasen un lindo fin de semana.
Como siempre, cuídense y disfruten
de la familia y de buena compañia.

El deporte y la salud mental.



La práctica de deportes sin fines competitivos ni en búsqueda de fama y dinero, debe ser estimulada y facilitada en los niños a partir de los 5 o 6 años de edad, coinciden pediatras argentinos.
Cualquier actividad física, especialmente regulada y que tenga las características de juego es beneficiosa desde varios puntos de vista (siempre que esté dirigida por gente idónea) para el desarrollo corporal y psicológico del chico. La práctica de deportes como el vóley, el fútbol, el básquet, y los juegos de grupo que incluyen la necesidad de compartir con otros las habilidades, incentivan el desarrollo de los lazos solidarios, muchas veces relegados en la sociedad actual.
En niños y adolescentes, sanos o con alguna patología, este tipo de actividades promueve la capacidad de valorarse como persona, elevar la autoestima, ser más independiente, como así también prepara para afrontar fracasos, tolerar la frustración, la crítica, y ayuda a la reflexión sobre estos aspectos.
En el caso de pacientes niños con patologías psicológicas o psiquiátricas severas, lo importante es tal vez no tanto la actividad deportiva per se, sino su aspecto social, la posibilidad que otorga de divertirse con otros a pesar de la discapacidad. Todo lo que tenga que ver con la integración y el compartir es sumamente beneficioso para la rehabilitación.
Si las personas que coordinan estas actividades son idóneas y no excluyen a los que tienen menos habilidades, los niños logran vencer obstáculos. Por ejemplo, chicos con dificultades de integración social, muchas veces a través del deporte superan la timidez y el déficit de autoestima.
Además, la secreción de una serie de sustancias que desencadena la actividad física, da sensación de bienestar, de euforia y placer. Esto puede ser una ayuda terapéutica utilizada para levantar el humor en pacientes con depresión.
Muchos juegos sencillos, como el saltar a la cuerda, jugar al elástico, se han perdido, en una sociedad en la que los chicos reemplazan el movimiento para sentarse a ver la televisión. Un niño pasivo, sedentario, puede tener dificultades en el manejo de su esquema corporal, de la agresión y del contacto. Lo pasivo que remite a lo individual, impide el vínculo con los otros. El movimiento es una necesidad psicológica, que requiere actividad. Los chicos que tienen como proyecto me voy a encontrar con mis amigos para jugar, ven hacia adelante, el futuro. La salud es movimiento.

La frase para meditar del dia.

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El peor castigo de un mentiroso
no es que no se le crean los demás,
sino que él mismo será incapaz
de creer o confiar en otros.
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