miércoles, 15 de abril de 2009

DEFENSA DE LA ALEGRIA


Defender la alegría como una trinchera

defenderla del escándalo y la rutinade

la miseria y los miserables

de las ausencias transitorias

y las definitivas



defender la alegría como un principio

defenderla del pasmo y las pesadillas

de los neutrales y de los neutrones

de las dulces infamias

y los graves diagnósticos



defenderla alegría como una banderade

fenderla del rayo y la melancolía

de los ingenuos y de los canallas

de la retórica y los paros cardiacos

de las endemias y las academias.



defender la alegría como un destino

defenderla del fuego y de los bomberos

de los suicidas y los homicidas

de las vacaciones y del agobio

de la obligación de estar alegres



defender la alegría como una certeza

defenderla del óxido y la roña

de la famosa pátina del tiempo

del relente y del oportunismo

de los proxenetas de la risa



defender la alegría como un derecho

defenderla de dios y del invierno

de las mayúsculas y de la muerte

de los apellidos y las lástimas

del azar y también de la alegría.



Mario Benedetti

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miércoles, 15 de abril de 2009

DEFENSA DE LA ALEGRIA


Defender la alegría como una trinchera

defenderla del escándalo y la rutinade

la miseria y los miserables

de las ausencias transitorias

y las definitivas



defender la alegría como un principio

defenderla del pasmo y las pesadillas

de los neutrales y de los neutrones

de las dulces infamias

y los graves diagnósticos



defenderla alegría como una banderade

fenderla del rayo y la melancolía

de los ingenuos y de los canallas

de la retórica y los paros cardiacos

de las endemias y las academias.



defender la alegría como un destino

defenderla del fuego y de los bomberos

de los suicidas y los homicidas

de las vacaciones y del agobio

de la obligación de estar alegres



defender la alegría como una certeza

defenderla del óxido y la roña

de la famosa pátina del tiempo

del relente y del oportunismo

de los proxenetas de la risa



defender la alegría como un derecho

defenderla de dios y del invierno

de las mayúsculas y de la muerte

de los apellidos y las lástimas

del azar y también de la alegría.



Mario Benedetti

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