sábado, 1 de mayo de 2010

Un Cuento para Reflexionar

El Egoísta...(hasta que le toca...)

La única razón por la que vine es para contarles un cuento, dijo el viejo al entrar a unos cuantos hombres que ocupaban una mesa en la taberna de ese oscuro pueblo perdido en las montañas.

Hacía frío y aunque no era tarde, pocos se atrevían a salir por la copiosa nevada; y sólo la tenue luz de los faroles intentaba abrirse paso a través de la nieve, logrando apenas iluminar la calle.

El recién llegado se acercó al fuego para calentar sus manos y se sentó frente a ellos sonriendo, mientras observaba con picardía las caras ansiosas de sus amigos que esperaban impacientes su relato.



"Había una vez un hombre muy egoísta que vivía en un pequeño pueblo. Se mantenía con una renta heredada y pasaba todos los días del año encerrado en su casa. En eso consistía la vida para él, en una continua sucesión de días con sus noches, durante la mayoría de las cuales le resultaba muy difícil conciliar el sueño.

Le complacía contar su dinero a diario como un ritual, para guardarlo luego en una antigua caja con candado.

Un día, se desató en esa región una gran tormenta que duró varios días. Grandes inundaciones asolaban esa comarca y mucha gente estaba en peligro de morir ahogada sin la posibilidad de que nadie la socorriera. Los servicios de salvamento resultaban insuficientes y la ayuda que podían brindar era escasa.

El hombre egoísta, que vivía en la parte alta del pueblo, se pasaba largas horas mirando caer la lluvia a través del vidrio de una pequeña ventana, indiferente a los padecimientos de sus vecinos, mientras pensaba interiormente qué suerte tenía de vivir en ese lugar tan alto mientras otros infelices se estaban ahogando.

Su egoísmo no consideraba la posibilidad de prestar ayuda y aplacaba su conciencia pensando que era muy difícil que alguien viniera a salvarlo a él si estuviera en peligro.

Pero esa noche tuvo un sueño. Soñó que su casa había sido alcanzada por la correntada y que él estaba a punto de hundirse en el agua. Había creído hasta ese momento que estaba preparado para enfrentar a la muerte, sin embargo en su sueño comenzó a gritar desesperadamente pidiendo ayuda.

Se despertó gritando todavía, con la desesperación propia del que sabe que nadie lo oye ni acude para salvarlo. La lluvia había cesado y sólo se escuchaba el silencio, porque hasta los pájaros habían huido hacia otra parte.

Se puso las botas y su gruesa capa de abrigo y se presentó en la parroquia, donde se estaba organizando una campaña de ayuda a los damnificados."

Nunca es tarde para reconocer nuestra necesidad del otro y la necesidad del otro de mí.

.

2 comentarios:

M. Carme dijo...

BUeno al final no fue tan malo, aunque solo lo hizo por lo que le pudiera pasar, de todas formas seguia pensando en el , en que si le pasaba algo estaria solo. Reconoció que necesitaba los demás, pero no dejo de ser egoista.

M@bel_es_azul dijo...

M.Carme: Asi es!!! Nunca mejor resumido! Graccias!

sábado, 1 de mayo de 2010

Un Cuento para Reflexionar

El Egoísta...(hasta que le toca...)

La única razón por la que vine es para contarles un cuento, dijo el viejo al entrar a unos cuantos hombres que ocupaban una mesa en la taberna de ese oscuro pueblo perdido en las montañas.

Hacía frío y aunque no era tarde, pocos se atrevían a salir por la copiosa nevada; y sólo la tenue luz de los faroles intentaba abrirse paso a través de la nieve, logrando apenas iluminar la calle.

El recién llegado se acercó al fuego para calentar sus manos y se sentó frente a ellos sonriendo, mientras observaba con picardía las caras ansiosas de sus amigos que esperaban impacientes su relato.



"Había una vez un hombre muy egoísta que vivía en un pequeño pueblo. Se mantenía con una renta heredada y pasaba todos los días del año encerrado en su casa. En eso consistía la vida para él, en una continua sucesión de días con sus noches, durante la mayoría de las cuales le resultaba muy difícil conciliar el sueño.

Le complacía contar su dinero a diario como un ritual, para guardarlo luego en una antigua caja con candado.

Un día, se desató en esa región una gran tormenta que duró varios días. Grandes inundaciones asolaban esa comarca y mucha gente estaba en peligro de morir ahogada sin la posibilidad de que nadie la socorriera. Los servicios de salvamento resultaban insuficientes y la ayuda que podían brindar era escasa.

El hombre egoísta, que vivía en la parte alta del pueblo, se pasaba largas horas mirando caer la lluvia a través del vidrio de una pequeña ventana, indiferente a los padecimientos de sus vecinos, mientras pensaba interiormente qué suerte tenía de vivir en ese lugar tan alto mientras otros infelices se estaban ahogando.

Su egoísmo no consideraba la posibilidad de prestar ayuda y aplacaba su conciencia pensando que era muy difícil que alguien viniera a salvarlo a él si estuviera en peligro.

Pero esa noche tuvo un sueño. Soñó que su casa había sido alcanzada por la correntada y que él estaba a punto de hundirse en el agua. Había creído hasta ese momento que estaba preparado para enfrentar a la muerte, sin embargo en su sueño comenzó a gritar desesperadamente pidiendo ayuda.

Se despertó gritando todavía, con la desesperación propia del que sabe que nadie lo oye ni acude para salvarlo. La lluvia había cesado y sólo se escuchaba el silencio, porque hasta los pájaros habían huido hacia otra parte.

Se puso las botas y su gruesa capa de abrigo y se presentó en la parroquia, donde se estaba organizando una campaña de ayuda a los damnificados."

Nunca es tarde para reconocer nuestra necesidad del otro y la necesidad del otro de mí.

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2 comentarios:

M. Carme dijo...

BUeno al final no fue tan malo, aunque solo lo hizo por lo que le pudiera pasar, de todas formas seguia pensando en el , en que si le pasaba algo estaria solo. Reconoció que necesitaba los demás, pero no dejo de ser egoista.

M@bel_es_azul dijo...

M.Carme: Asi es!!! Nunca mejor resumido! Graccias!