
Quiero que oculte la mirada
todo dolor del corazón,
que sea mansa y sea clara,
plena de mística emoción.
Y los dolores que hay dentro
con lo eternal de su amargor,
se cambiarán en la mirada
en mansedumbre y en dulzor.
Y la mirada de los ojos
llenos de algún atardecer,
en el recuerdo de algún hondo
y amortiguado padecer
tendrá un prestigio de virtud
hecha de luz y hecha de amor
y perderá toda inquietud.
Y la mirada será una
flor de dolor y de emoción
santificada de dulzura.
Pablo Neruda
Cuadernos de Temuco.
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