—¡Ay! —respondió el árabe con tristeza—
—Era una joya —le respondió su interlocutor— como no volverá a hacerse otra. Estaba tallada en un pedazo de piedra de la Vida y había sido hecha en el taller del tiempo. Adornábanla veinticuatro brillantes alrededor de los cuales se agrupaban sesenta más pequeños. Ya veis cómo tengo razón al decir que joya igual no podrá producirse jamás.
—A fe mía —dijo el viajero— vuestra joya debía ser preciosa.
—La joya perdida —respondió el árabe, volviendo a quedar pensativo—,

Esta es una gran verdad. No dejes que se pierda una hora en tu vida que podría ser muy productiva.
3 comentarios:
Hermosa forma de recordarnos que no se debe perder el tiempo. A mí me sucede lo contrario. La verdad es que no sé qué es peor. Creo que no me paro con la debida frecuencia a contemplar un amanecer o una puesta de sol ni a charlas con los amigos tan a menudo como debiera. Cuando lo hago, me siento tan bien que cada vez valoro en menos mi tiempo. Y te lo dice quien ha sido una adicta al trabajo. El trabajo era un parapeto tras el que desaparecían muchos problemas a los que yo no sabía como afrontarlos.
Interesante tu tema, como siempre. Un abrazo.
FranzisKa: todo nos lleva a no tener tiempo, a estar afanados, ocupados ¿en qué? Postergamos, como vos decís, ver amaneceres, charlas de amigos... y el tiempo sigue pasando... ¿será que tendremos que aprender a "parar" para poder "disfrutar" un poco más?
Te mando un abrazo.
SI TIENES AMIGOS?
NUNCA SERÁ UNA JOYA PERDIDA, AUNQUE PASES EL DÍA HABLANDO CON ELLOS.
LA VIDA ES HOY, BESITOS.
Publicar un comentario