
De Abraham Lincoln se dijo que “sólo había ido cuatro meses a la escuela, que era un soñador y que se empeñaba en hacer preguntas estúpidas”. Pero el hombre llegó a la presidencia de su país, y desde ahí tomó decisiones tan dramáticas en su tiempo como la abolición de la esclavitud, y condujo con mano firme el gobierno a través de una guerra civil que acabó ganando, con lo que sentó las bases para la grandeza futura de su nación.
Del gran cantante Enrico Caruso se dijo que no tenía voz.
De Albert Einstein que era un estudiante muy malo, mentalmente lento, poco sociable y siempre soñador.
De Amelia Earhart, la pionera aviadora, se dijo que si bien era brillante y llena de curiosidad, tenía tanto interés por los insectos y demás cosas que se arrastran que jamás podría “pensar con altura”.
Esta es parte de nuestra Historia de la Naturaleza Humana. Nos encanta juzgar
sobre la vida de los demás. Nos acreditamos el derecho a edificar o destruir al prójimo. ¿Quien nos da ese derecho? ¿Es un derecho?

Por supuesto que tenemos la capacidad de apreciación y evaluación, pero, Nuestra Visión finita del futuro, nuestra mezquindad de corazón, mediocridad y poca imaginación, encasillan a las personas en útiles e inútiles. ¿Desde cuándo?
Estos ejemplos nos deberían despertar o al menos llamar a la atención. Recordando, que de la misma manera que medimos, nos están midiendo los demás.
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3 comentarios:
vamos por la vida poniendo etiquetas, señalando con el dedo, sin darnos cuenta de que no hay nadie que sea del todo malo o del todo bueno,generalizamos, pinchamos globos,y de la nada, hacemos una flor de historia...en fin,creo que no terminamos de aprender
saludos!
Exelente como para variar y de paso me mato ese gato vio,
El Angél: de aprender se trata, pero a veces le esquivamos!!
Bac: esa es una gata fiestera!!! jajaja
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